Fue un reportero gráfico sudafricano que ganó el premio Pulitzer por una fotografía que realizó en 1933: Un niño famélico sudanés se encontraba acurrucado en el suelo, con un buitre a su espalda al acecho.
Con la foto se montó la clásica polémica sobre la función de los fotógrafos ante un desastre humano. Parece ser que la fotografía daba a entender una situación que no era real: el niño estaba haciendo sus necesidades y el buitre esperaba para alimentarse de los excrementos, pero la opinión pública entendió la foto como una alegoría de lo que sucedía en Sudán: Kong (el niño) era el problema del hambre y la pobreza, el buitre era el capitalismo y Carter era la indiferencia del resto de la sociedad. La crítica se cernió contra él e intentó justificarse, alegando que el niño hacía sus necesidades, que la tribu se encontraba a unos 20 metros de él y que el animal esperaba su ración de comida. El 27 de julio de 1994, se suicidó, dejando una nota de suicidio en la que decía lo deprimido que estaba y que ya no podía más.